Alunk es una ciudad construida en las paredes del cañón que se abre poco antes de la desembocadura del río Tryhm, en la costa del Mar Cálido. Se la conoce como La Ciudad Roja, por el color de sus edificios, o La Ciudad de los Mercenarios, por formar estos la mayoría de su población. La peculiaridad de su construcción hace de Alunk una de las ciudades más particulares de Anthaggar: Sus edificios están construidos unos encima de otros, de manera que los tejados de los niveles inferiores son las calles de los superiores. En la parte más baja, junto al río, se situán los muelles y almacenes, ya que Alunk es un importante puerto comercial. En la zona alta, están los barrios más ricos, palacios y otras zonas residenciales. Alunk fue fundada poco antes de la Era del Acero, en la primera expansión del entonces incipiente Imperio de Shanndalä. Al principio fue sólo un enclave militar, un puerto que aprovechaba la orografía del terreno para albergar a parte de la flota oriental imperial destinada a proteger la costa de los piratas de Yiho y Hôlek. Poco a poco, como era costumbre en las fortalezas del Imperio, fue concentrando a su alrededor tabernas, mercaderes, prostíbulos y todo lo necesario para colmar las necesidades de los soldados imperiales. Así fue como el enclave fue creciendo hasta alcanzar al fin el status oficial de ciudad del Imperio, al igual que Tiberia, Deedir o Puerto Bané, las demás ciudades coloniales imperiales. Por su especial situación junto al Muro de los Gigantes, Alunk siempre ha sido paso obligado en la ruta hacia Oriente, ya sea en uno u otro sentido. Esto la ha convertido en un crisol de culturas y razas, recibiendo influencias de los cuatro puntos cardinales de Anthaggar y haciendo de sus habitantes muy variopintos. Quizá por esta razón fue la primera colonia que reclamó su independencia del Imperio cuando advirtió que éste ya no podía mantener su férreo gobierno. Una vez las legiones imperiales se hubieron retirado, Alunk sufrió una etapa oscura marcada por la cruenta lucha por el poder de las principales familias de la ciudad. Esto la sumió en el desgobierno, la anarquía y la corrupción, siendo en aquella época un frecuentado puerto pirata, mercado de esclavos y objetos robados y refugio de bandoleros.
La llegada de la Era de la Tiniebla acabó con todo aquello. Quizá porque vieron que ya era un lugar propicio, al poco de estallar la guerra las Fuerzas Oscuras se apoderaron de la ciudad y la hicieron uno de sus principales cuarteles, excavando en su subsuelo para albergar talleres, armerías y barracones. También levantaron en esta cuidad unos grandes astilleros, donde las fuerzas de El Temible construyeron la Flota Negra, su terrible armada.
La batalla por la toma de la ciudad, por parte de los Aliados, fue terrible y sangrienta. Fuerzas provinientes de los principados de Shanndalä unidas a un destacamento de Caballeros Albos y una tropa de Elfos del Bosque Sombrío atacaron el muro Este, mientras un pequeño grupo de naves orientales bloquearon el puerto, aprovechando la ausencia de la Flota Negra. Poco dados a la defensa de fortalezas, los trasgos pronto dejaron que los Aliados abrieran una brecha en las murallas y penetraran en la ciudad. A partir de ese momento, en Alunk se luchó barrio por barrio, nivel por nivel.
Cuando ya las Fuerzas Oscuras daban la ciudad por perdida pidieron ayuda a Ettukagg el Sangriento, el Dragón que entonces era su aliado. Ettukagg llegó volando desde el norte y, sin preocuparse de distinguir entre amigos y enemigos, lanzó su aliento flamígero sobre la ciudad. La masacre fue total y cientos de guerreros humanos, elfos y trasgos murieron ese día bajo el fuego del Dragón. Luego, Ettukagg se precipitó sobre los supervivientes y acabó con ellos a garra y colmillo. Alunk quedó arrasada, sus edificios convertidos en escombros y sin un alma viva. A partir de ese momento, ni las Fuerzas Oscuras ni los Aliados volvieron a interesarte en ella, quedando abandonada para el resto de la guerra, convertida en un lugar de leyendas y pesadillas.
Al final de la contienda, Alunk seguía siendo tierra de nadie. Pero, al cabo de algunos años, fue punto de encuentro de mercenarios y guerreros a sueldo que se encontraban sin trabajo ni lugar al que ir. Durante el periodo que siguió al fin de la guerra, en que los reinos de los hombres volvieron a redibujar sus fronteras, todos los experimentados guerreros nacidos y curtidos en la contienda aún encontraron batallas en las que emplear sus armas. Pero, al finalizar a su vez estos conflictos, los mercenarios ya no era útiles y fueron rechazados de todos estos reinos y, no habiendo lugar mejor, acudieron todos a Alunk.
Allí, los mercenarios volvieron a levantar la ciudad desde sus escombros y la hicieron su hogar. Volvieron a erigir sus murallas y sus palacios, sus mercados y su puerto, y pronto la Ciudad Roja volvió a recuperar su esplendor de antaño y su importancia estratégica. Ante el asombro de sus vecinos, los mercenarios eligieron a un gobernante, el Qanir, y construyeron una sociedad organizada y civilizada.
Hoy en día es, de nuevo, una cuidad cosmopolita, paso obligado en las rutas comerciales del Mar Cálido, lugar de reunión de viajeros. Además de su importante puerto comercial y de la ruta terrestre que une a los Principados de Shanndalä con Jyssmar y Analensk bordeando la costa oriental, Alunk cuenta con un barrio poblado integramente por guerreros Llhÿr y una pequeña colonia de Enanos (en los niveles inferiores). A pesar de que la ciudad va adquiriendo poco a poco renombre y fama de ser una ciudad respetable, sigue siendo un lugar peligroso, frecuentado por maleantes y aventureros y al que mucha gente huye para ser olvidada.